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Elecciones en México: los votantes a la espera de resultados

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Los votantes mexicanos están esperando resultados este domingo de unas elecciones que fueron pioneras en varios aspectos: se esperaba que fuera la contienda más numerosa de la historia del país, ha sido una de las más violentas en memoria reciente, y muy probablemente pondrá a una mujer en la presidencia por primera vez en la historia.

Las dos principales candidatas, que se han repartido gran parte del electorado según las encuestas, son mujeres. La que va en primer lugar es Claudia Sheinbaum, una científica ambiental que representa al partido gobernante y sus aliados. Su rival más cercana es Xóchitl Gálvez, una empresaria apoyada por una coalición de partidos de oposición.

Por meses, Sheinbaum mantuvo una ventaja de dos dígitos en las encuestas, pero la oposición alegó que esas cifras subestimaban el verdadero apoyo de su candidata. En una entrevista, Gálvez afirmó que “hay un voto antisistema”, y que si los mexicanos acudían en gran número a las urnas el domingo, “ganamos”.

“Ella está en su lógica de que tiene 30 puntos arriba”, dijo Gálvez, sobre su rival. “Pero pues se va a llevar la sorpresa de su vida”.

La contienda revela los enormes avances en la política mexicana logrados en los últimos años por las mujeres, a quienes no se les permitió votar en el país sino hasta 1953. Las dos candidatas principales tienen una experiencia considerable; Gálvez fue senadora y Sheinbaum fue jefa de gobierno de la capital del país, Ciudad de México, una de las metrópolis más grandes del hemisferio.

“Por primera vez en 200 años de la República, llegaremos las mujeres a la más alta distinción que pueda darnos nuestro pueblo: la presidencia de México”, dijo Sheinbaum en un discurso reciente.

Estas han sido las elecciones más grandes de la historia de México, con alrededor de 99 millones de votantes en el padrón electoral que elegirán más de 20.000 cargos locales, estatales y escaños en el Congreso, así como por la presidencia.

Sin embargo, gran parte de la campaña se enfocó en alguien que no estuvo en la boleta, pero cuya presencia se proyectó en el proceso: el poderoso presidente actual, Andrés Manuel López Obrador.

López Obrador ha sido una figura constante de la política mexicana durante décadas. Se postuló a la presidencia en las tres elecciones anteriores antes de finalmente ganar de manera contundente en 2018.

Aunque López Obrador sigue siendo ampliamente popular, ha sido también una figura polarizante que provoca la adulación de sus seguidores acérrimos y la hostilidad de los críticos. Su gobierno duplicó el salario mínimo y utilizó programas de transferencia de dinero para ayudar a sacar a millones de personas de la pobreza. Durante su sexenio también fortaleció a las fuerzas militares y adoptó medidas que muchos advirtieron debilitarían las instituciones democráticas.

El dominio de López Obrador trastocó la política del establishment, lo que llevó a tres partidos, de derecha, centro e izquierda, a formar una coalición incómoda que respaldó a Gálvez.

Sheinbaum atrajo a los votantes al prometer, principalmente, continuar con el legado de López Obrador. Gálvez se presentó como una alternativa para quienes no estaban satisfechos con su liderazgo, y ha prometido revertir muchas de las medidas de López Obrador.

“La forma en que se han desarrollado estas elecciones es un reflejo del impacto que López Obrador ha tenido en la política mexicana”, dijo Carlos Bravo Regidor, un analista político mexicano. “Es el centro en torno al cual se definen las identidades y posiciones políticas”.

El domingo, en Tepetitán, una pequeña ciudad del estado de Tabasco conocida por ser el lugar en el que nació López Obrador y un bastión para sus partidarios, dos votantes salieron de su casilla con optimismo. Las dos, Teutila Gallego Salvador, de 71 años, y Gloria María Rodríguez, de 78, habían votado por Sheinbaum.

“La queremos. Queremos que trabaje como Obrador”, dijo Rodríguez. “Queremos esa presidenta como Obrador”.

En la capital, Carlos Ortiz, de 57 años, salió a la calle en su silla de ruedas luego de emitir su voto. Ortiz, funcionario local, votó en contra del partido gobernante.

“Quiero que todo cambie. Ya no quiero un país encendido”, dijo, recordando las decenas de candidatos locales asesinados en los últimos meses. “El señor que está en la presidencia está completamente loco. No tiene la menor idea de lo que hace”.

Por eso su voto fue para Gálvez, afirmó Ortiz, y para Santiago Taboada Cortina, candidato de la oposición a la jefatura de gobierno de Ciudad de México.

En algunas partes del país hubo irregularidades que ensombrecieron el proceso. En Tlapanalá, una ciudad en el estado de Puebla, hombres armados entraron a una casilla ubicada en una escuela y robaron varios cientos de boletas. “Amenazaron con balacear a los funcionarios si hacían algo”, Delia Pale Tepetla, una funcionaria electoral local, dijo a los periodistas.

El gobernador del estado de Querétaro, Mauricio Kuri, confirmó al menos cuatro incidentes reportados. En dos de esos casos, sospechosos no identificados trataron de incendiar casillas, pero fueron detenidos o algunas personas lograron frenar las llamas. Informes confirmados de robo de boletas también surgieron en otros estados, como Michoacán.

Quien sea que suceda a López Obrador enfrentará enormes desafíos.

La violencia de los cárteles continúa atormentando al país, ha desplazado a un gran número de personas y causado uno de los ciclos electorales más sangrientos en la historia reciente de México. Durante su sexenio, López Obrador centró la atención del gobierno en abordar los factores que impulsan la violencia en lugar de declararle la guerra a las bandas criminales, una estrategia que llamó “abrazos, no balazos”.

Gálvez criticó enérgicamente esa estrategia.

“Basta de abrazos a los delincuentes y balazos a los ciudadanos”, afirmó en tono sarcástico durante la campaña. Dijo que, de ser electa, retiraría a las fuerzas armadas de las actividades civiles y las dirigiría a centrarse en la lucha contra el crimen organizado, al tiempo que fortalecería a la policía.

Sheinbaum ha dicho que continuaría enfocándose en las causas sociales de la violencia, pero también trabajaría para atender el problema de la impunidad y fortalecer a la Guardia Nacional.

En materia de economía, las oportunidades son claras: México es actualmente el mayor socio comercial de Estados Unidos y se está beneficiando del reciente distanciamiento respecto a la manufactura desde China. La moneda es tan fuerte que se la ha denominado el “superpeso”.

Pero también hay problemas latentes. El déficit fiscal se disparó a alrededor del 6 por ciento este año, y Pemex, la empresa petrolera paraestatal, está operando bajo una montaña de deudas, lo que pone a prueba las finanzas públicas.

“No habíamos estado desde hacía décadas en un riesgo fiscal como en el que estamos corriendo en este momento”, afirmó Mariana Campos, directora de México Evalúa, un grupo de investigación de políticas públicas.

Otro desafío gira en torno a los nuevos poderes otorgados a las fuerzas armadas, a las cuales se les ha asignado la gestión de puertos y aeropuertos, dirigir una aerolínea y construir una vía férrea a través de la selva maya. Sheinbaum ha afirmado que “no existe militarización” en el país, mientras ha sugerido que está dispuesta a revaluar la implicación de las fuerzas militares en las empresas públicas.

Además de estos desafíos nacionales, el destino de la próxima presidenta estará entrelazado con el resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Una reelección del presidente Biden proporcionaría continuidad, pero el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca probablemente generaría algo mucho menos predecible.

Trump ha prometido arrestar masivamente a personas indocumentadas y deportarlas a sus países de origen, una medida que podría afectar a millones de mexicanos que viven en Estados Unidos. Y ha amenazado con imponer aranceles del 100 por ciento a los automóviles chinos fabricados en México.

También está el enconado problema del fentanilo, el cual, según el gobierno de Estados Unidos, los cárteles producen en México utilizando productos químicos importados de China. Trump ha sugerido tomar acciones militares para combatir su comercio.

Manejar esa presión de Washington, incluso en forma de retórica de campaña incendiaria, podría ser un desafío para la próxima presidenta de México.

Sheinbaum ha dicho que México tendrá “buenas relaciones” con Trump o Biden como presidente, y su equipo de campaña ha declarado que continuará trabajando para controlar los flujos migratorios.

Gálvez afirmó que ella también se sentiría cómoda trabajando con cualquiera de los dos hombres.

Cuando se le preguntó como manejaría a Trump, dijo que está “acostumbrada a tratar con masculinidades nocivas”.

“Trump me parece que, en el fondo, es un hombre pragmático”, dijo, y agregó: “Lo que quiere es que se resuelva el tema de la frontera, el tema de fentanilo, y creo que lo podemos resolver”.

James Wagner colaboró con reportería desde Tepetitán, Mexico.

Natalie Kitroeff es la jefa del buró de redacción del Times en Ciudad de México, que lidera la cobertura de México, Centroamérica y el Caribe. Más de Natalie Kitroeff.

Simon Romero es corresponsal en Ciudad de México, y cubre México, Centroamérica y el Caribe. Se ha desempeñado como jefe del buró del Times en Brasil, jefe del buró andino y corresponsal internacional de energía. Más de Simon Romero.

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